En los comienzos todo era software libre
Comenzamos hoy una nueva sección en Somos Binarios que se centrará en conocer anécdotas, detalles y no pocas historias olivadas o ignoradas sobre los inicios de la Informática, la Tecnología y las Telecomunicaciones.
Desde esta plataforma creemos que una adecuada labor de divulgación, conocimiento e intercambio de información debe necesariamente incluir echar de vez en cuando la vista atrás para comprender que todo lo que actualmente damos por sentado en materia informática o tecnológica tuvo un origen y que, en no pocos casos, dichos orígenes han sido olvidados o son desconocidos.
Embarquemos pues en nuestra pequeña máquina del tiempo para centrarnos hoy en un axioma que las nuevas generaciones parecen ignorar: Que, en los comienzos de la historia de la informática, todo era software libre.
Al principio todo se compartía libremente.
Así es, por más que se molesten los más duros defensores de conceptos como la propiedad intelectual, el copyright o los principios económicos liberales, allá por finales de la década de los 60 y primeros años de los 70, en el mundo de la programación hubieras insultado a cualquier ingeniero, técnico o simple aficionado si no hubieras compartido tu software.
El propio Richard Stallman en su obra Sofware Libre para una Socidad Libre lo reconoce cuando echa la vista atrás y recuerda aquellos años que pasó en el MIT. Todo compañero, conocido o simple aficionado al código, compartía libremente sus creaciones para que otros pudieran utilizarlas sin restricción o basarse en las mismas, implementándolas, para sus respectivos proyectos. Era sencillamente impensable que alguien te pusiera cara extraña o se sintiera un delincuente si realizaba una copia de tal o cual programa para pasártela.