Ya lo hemos dicho tantas veces que casi me cuesta trabajo repetirlo en tantos post, pero como de hecho es una constante en materia de hacking y seguridad, volveremos al mantra tantas veces mencionado: La comodidad en materia de software y tecnología, está reñida con la seguridad.
Es decir, y expandiendo un poco más esta norma no escrita: Cuantos mayores grados de comodidad para el usuario se implementan en los productos de software y hardware, más posibilidades hay de que su seguridad y privacidad estén en peligro o sean vulnerables.
Lo que traemos hoy es otro ejemplo práctico de cómo sacarle partido a esta regla.
Usando un navegador para dinamitar las contraseñas que un usuario tenga en otro navegador.
Como sabéis, la lucha de los navegadores por convertirse en nuestro software de cabecera cuando navegamos por Internet, comenzó en los 90. Por aquel entonces, un recién llegado Netscape Navigator que empleaba software libre para su desarrollo y expansión, se las vio durante años con Internet Explorer de Microsoft, que terminó imponiéndose (todavía no sé muy bien por qué, pero no me hagáis caso porque yo no soy imparcial en esto) y Netscape, sencillamente, terminó desapareciendo tras ceder toda la cuota de mercado que lo hacía viable.
Hoy en día se ha heredado esa tradición de que los distintos navegadores peleen por ganar cuota de ordenador, para aspirar a ser el más usado, en más instalado y empleado en dispositivos personales de todo el planeta.
Ahora tenemos a Explorer (desaparecido como tal y que en breve reaparecerá bautizado como Microsoft Edge); También tenemos a Chrome de Google (haciendo de las suyas con la fuerza que le da su preminencia en Android); Y tenemos a Mozilla Firefox, el más admirado y respetado por muchos, aunque otros no lo pueden ni ver…
El caso es que, una vez más, tanto Microsoft, como Google o Mozilla (así como los desarrolladores de Opera y demás navegadores secundarios) pugnan por (una vez que te los has instalado) convertirse en tu “navegador predeterminado”. Es decir, que sea su programa y no el de la competencia el que uses tanto tú como tu PC para abrir, ejecutar, navegar y visualizar todo lo que tenga que ver con la Red.
Hasta ahí algo normal teniéndose en cuenta todo ese rollo de la libre competencia y demás. Pero, claro, tantas facilidades quieren incluir entre las comodidades que se lleva el usuario cuando se descargan e instalan un nuevo navegador, que empiezan a aparecer las vulnerabilidades y los “huecos” por los que nuestra seguridad, intimidad y privacidad se vean comprometidas a manos de algún listo que se estudie la materia y se aproveche de nuestra buena ignorancia.
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