La entrada que traemos hoy, nunca debería haberse dado. Es una de esas cuestiones que, sencillamente, rozan lo esperpéntico en el mejor de los casos. Hablamos de los hackers de alquiler y las webs y plataformas que están proliferando dedicándose a poner en contacto a usuarios con “hackers” “profesionales” (Y entrecomillo bien ambos términos, porque no son ni lo uno ni lo otro).
Para empezar, nadie que ofrezca servicios de hacking (entendiéndose como tales, el trabajo de alquiler para tumbar una web, dinamitar una contraseña de correo web de un tercero, infectar un sistema con un virus, etc…) debería llamarse hacker. Ni lo es, ni sabe nada sobre el término, cómo surgió, cuál es la cultura hacker y la filosofía que hay detrás de ese movimiento técnico-intelectual.
Un hacker no es un delincuente y quienes se ofrecen para tales “servicios” son precisamente eso: Delincuentes reales o potenciales, porque cualquiera de dichos trabajos son ilegales, dolosos y nada tienen que ver ni con materia alguna de seguridad informática, ni desde luego, con el sano arte de la curiosidad técnica, la búsqueda de soluciones paralelas, la ingeniería inversa o la localización de puertas traseras para solucionar problemas reales y necesarios. Todo esto SÍ es hacking y ni se oferta como mercancía mercenaria, ni desde luego, se alquila como quien vende productos ilegales en una esquina.
Pero veamos hasta dónde ha llegado el esperpento de esta situación en internet.
Siempre hubo hackers, crackers y delincuentes siendo contratados por individuos y empresas (la mayoría de las veces en materia de hacking ético y seguridad corporativa), así como por propios gobiernos (ya se conocen los casos de los “ejércitos cibernéticos” que Estados Unidos, Irán, Siria, Corea y China, entre otros, tienen ya operativos y sabe Dios haciendo qué).
Pero hasta no hace mucho, estas actividades de contratación, comunicación y encargos de proyectos clandestinos y delictivos, se realizaban en la Deep Web, alejados de miradas ajenas y, por supuesto, fuera de los cauces comerciales comunes y sin ofertarse de manera abierta para cualquiera.
Pero hace unas semanas el grupo de hackers que se autoproclamó como los causantes del ataque a Sony, pensaron que una vez esta hazaña había adquirido tintes míticos y mediáticos, lo mejor sería rentabilizar su fama técnica. ¿Cómo…? Pues anunciando a los cuatro vientos que sus servicios podían ser contratados y que las cuantías de los mismos dependían del tipo de ataque que se encargara y de la duración que el cliente deseara sobre el mismo. Así que pusieron a disposición del público una web con sus servicios y tarifas.
No… no vamos a redireccionar desde aquí a esa web, porque además de ilícito e ilegal, lo consideramos demencial ya.
Pero sí vamos a pasaros un par de parodias similares que están teniendo lugar hoy en día y que emulan lo anterior, siguiendo el ejemplo de este grupo de hackers que ofrecen sus servicios al mejor postor. Veréis que la cosa puede llegar a ser, cuanto menos, incluso kafkiana.
Esta plataforma (hackerslist) se ha hecho popular recientemente por ser una mezcla de web de contactos y red social profesional con el único objetivo de que cualquiera pueda contratar a un hacker. Y aquí viene lo bueno: Los hay para todos los gustos, tarifas y encargos.
Se pueden elegir por temáticas, especialidades o módicos precios… Y, por su fuera poco, (en el cénit de lo dantesco), muchos de estos supuestos “hackers” hasta presentan su foto personal junto a su currículum, para atraer clientes.
Nótese lo incongruente de que un hacker ofrezca servicios delictivos, dejando para que lo contactes una dirección de correo web, y poniendo sus datos personales e incluso fotografía personal a disposición de todos… Dejando a un lado lo patético de algunos casos que encontramos de hackerslist, no podemos por menos que criticar la iniciativa.
¿Cuánto descerebrado (que en internet hay a toneladas) querrá espiar el móvil de su ex?; ¿Y cuántos, por venganza personal querrán tumbar la web de un comercio o entrar en el email de un examigo?… ¿Cuántas canalladas se fomentan con este tipo de iniciativas en las que ni los clientes son serios ni los hackers son hackers?.
Pero no… no queda ahí la cosa, porque documentándome para este artículo todavía he podido encontrar que los “hackes” (siempre con entrecomillado, nótese) ¡se anuncian hasta en milanuncios.com!.
Vamos, que pueden ustedes olvidarse de esa mítica idea de un experto en informática clandestina capaz de penetrar las defensas de la NASA o del Pentágono sin ser descubierto; Olvídense de los hacktivistas detrás de Anonymous o de Wikileaks, defendiendo derechos sociales y humanos contra verdaderos poderes fáticos… Nada hombre nada… una miradita al periódico de anuncios gratuitos durante el fin de semana y te llevas el hacker puesto.
La cosa llega a ser así de demencial cuando se ven demasiadas películas o se chipean demasiadas Play Stations… La gente se lo llega a creer y los incautos lo llegan a contratar.
En fin, que hoy queríamos hacer esta semblanza de lo desastroso. Sería hasta para reírse si no fuera todo, a veces, tan patético.
Saludos.
Alquimista
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